"Sin dudas cada uno tiene sus propias razones para viajar. Así que pienso que serán innumerables todas las que existan. Pero es común ver que muchos viajan huyendo de sí mismos, o buscándose a sí mismos, aunque no se den cuenta de eso. Lo cierto es que no se encontrarán con su propio “yo” a la vuelta de la esquina de una ciudad del otro lado del mundo. Pero sí puede suceder que descubran quiénes son, porque el viaje les ayudará a percibirse mejor a sí mismos, y además, podrán recrearse, reconstruirse y crecer explorando. En este sentido, viajar suele ser muy terapéutico. Pero si lo que se cree es que esto sucede en una semana, puede ser que se lleven una desilusión. Para encontrarse consigo mismo y con los otros, primero hay que abrirse al mundo desde adentro hacia afuera, y a su vez, el mundo ejercerá presión sobre nosotros para penetrarnos. “Es sólo una cuestión de actitud”, dice la canción de Fito Páez.
Otros viajan huyendo de las cosas y las personas que los rodean, buscando nuevas relaciones, terminando historias difíciles, tanteando una nueva vida, un lugar nuevo que los contenga en el mundo, una sociedad donde quizás se se sientan más aceptados, o un mundo más justo que el que conocen. Muchas veces esta es la historia de los inmigrantes, de los exploradores, de los descubridores de nuevas latitudes. Y al revés, están los que viajan realizando acciones y buscando formas de cambiar o salvar al mundo.
También ocurre que hay gente que viaja para conocer el lugar de sus raíces familiares o culturales; se ven muchos argentinos buscando los pueblitos de sus ancestros en Europa, y hay quienes sueñan con conocer Grecia, Roma o Egipto que son las cunas de la cultura occidental.
Sobran los viajeros más esnobs que viajan simplemente porque todo el mundo lo hace, porque es una moda, porque no quieren ser los únicos en quedarse en casa durante las vacaciones. Además, el furor de las comunidades virtuales hace presión para que la gente siempre esté pendiente de tener algo nuevo e interesante que mostrar acerca de sus vidas para llamar la atención de sus contactos. En este sentido, viajar es puramente un objeto de consumo, aunque nunca deja de serlo realmente.
La mitomanía, el fanatismo y la devoción también son fenómenos que impulsan a viajar. Mueven a la gente los mitos, como el Barrio de la Boca, el tango y La Bombonera en Buenos Aires. Mueve también el fanatismo que hace viajar a los fans a los recitales más alejados o, por ejemplo, el que atrae a la gente a visitar la tumba de Jim Morrison o el sitio donde murió Lady Di en París. Y mueve la devoción de las religiones que lleva a los peregrinos desde tiempos inmemorables a La Meca, a Santiago de Compostela, o hasta el altar de cualquier otro santo milagroso.
Las narraciones literarias, las crónicas de viajes, los documentales, los hechos de la historia, la televisión y los medios de comunicación en general que transmiten información acerca de experiencias de viajeros, costumbres y lugares del planeta, también despiertan la curiosidad generando el deseo de poder llegar algún día a esos lugares para poder apreciarlos con los propios ojos.
Por último están los nómadas, éstos son viajeros o pueblos enteros que, por naturaleza o tradición cultural, o porque han sido criados en constante movimiento, no pueden quedarse quietos. De éstos se dice en algunos países de Sudamérica que son “patas de perro” porque siempre andan con las patas en la calle, o que “tienen hormigas en los pantalones” y que por eso se mueven sin parar. Hay algo que les pica, que los impulsa a vivir en un constante movimiento, y no debemos reprocharles nada porque los primeros seres humanos que poblaron el planeta eran nómades, y si queremos atarlos para que no se vayan, tal vez los estaríamos enjaulando como a un ave, y sería muy poco saludable para su espíritu. Seguramente buscarán como salir volando otra vez. Éstos son los grandes viajeros y exploradores del universo, ellos han hecho un aporte de conocimiento incalculable en la historia de la humanidad, y lo siguen haciendo. Son muchísimos; cada vez más, parece; además son seres muy especiales por su misma condición de movedizos, pero no son extraterrestres, son más terrícolas que cualquiera porque sienten que el mundo es su casa, y lo aman. Lo que sí tienen son poderes, el poder del valor, la constancia, la creatividad, la tolerancia, la resistencia, y cuántos otros.
Y usted, por qué cree viaja. O por qué no lo hace todavía. Qué espera. No busque tantas razones, no se lo pierda."
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